Bartomeu y Florentino
Opinión

Ajenos a todo

En un mundo contaminado por la ambición y el egoísmo, aspectos como el sentido común y la conciencia global suenan tan lejanos como utópicos. En época de crisis y de ajustes financieros, el rico es cada vez más rico, y el pobre, cada vez más pobre. Entre medio, aquel deshonrado siervo cuya única obsesión es la de conservar las sobras de las élites.

Pudiéndose aplicar esto a cualquier ámbito de la vida, nos resulta complicado no detenernos a reflexionar sobre el mundo del fútbol, un deporte tan extraordinario como mezquino, vencido desde hace tiempo por el negocio, y enturbiado por el vil metal.

No hay mayor culpable que el que consiente en lugar de denunciar. Y en este juego hay muchos culpables, desde los sindicatos de futbolistas hasta -si me apuran- los propios aficionados que festejan un fichaje como si de un trofeo se tratase, pasando por las distintas instituciones competentes y, por supuesto, por los propios medios de comunicación, ávidos de jugo por exprimir, al servicio de unos intereses cada vez más alejados del servicio social al que debe ir arraigada la palabra periodismo.

Concretemos. Sería desproporcionado -y puede que hasta injusto- etiquetar a algunos actores del fútbol español de insensatos e insensibles, ante la pobreza y la situación que atraviesan muchas personas -y muchos niños- en España.  Pero no deja de ser una realidad que especialmente los dos gigantes de la Liga viven ajenos a todo. Ajenos a su país y ajenos al resto de clubes de su campeonato.

Real Madrid y Barcelona no escatiman en gastos a la hora de desembolsar desorbitadas cantidades de dinero por todo tipo de jugadores. Llámese Suárez, llámese James o llámense Mathieu o Coentrao, por poner ejemplos entre un largo etcétera. A unos les da igual haber ganado la Champions y a otros les da igual haber presumido de una filosofía de cantera durante épocas anteriores. Lo único que manda es el negocio y el temor a ser destronado de los sillones más cómodos y codiciados de España, por mucho que se empeñen en vestirlos como actos de “ilusionar a la afición”.

Son ajenos a todo, y a todos. Y lo son porque se lo pueden permitir, y porque se lo permiten. Porque no solo es la desnivelada balanza del reparto televisivo la que influye en que cada vez sea más milagroso ver a un rival que al menos les dispute el campeonato hasta el final. Ambos ejercen un altísimo poder de influencia sobre determinadas instituciones y sobre entidades bancarias que siempre les abrirán las mismas puertas que le cierran a cualquier pequeña o mediana empresa. Porque son el Real Madrid y el FC Barcelona, aquellos capaces de generar miles de euros en tan solo unas horas, tan solo con lucir  tras el cristal de un escaparate una camiseta con un dorsal.

Cierto es que actualmente desde los máximos organismos se hacen tímidos intentos de evitar desmadres económicos, pero son demasiado tímidos. Cierto es que este año tanto Real Madrid como Barcelona no solo han comprado, sino que también han vendido; pero lo han hecho en el extranjero, lo cual deja a la Liga aún más pobre. Y es que un acto de incentivar la competitividad de nuestra liga sería favorecer que clubes de segunda línea –además de realizar una correcta gestión económica- tuvieran ingresos televisivos para poder permitirse fichar y pagar a un Alexis Sánchez o a un Sami Khedira, por ejemplo. Si el Real Madrid se gasta en un solo fichaje el presupuesto anual del Sevilla es que algo está fallando en el sistema.

Equipos hechos a golpe de talonario, pese a presumir de instalaciones y de cantera. Equipos muy fáciles de entrenar, equipos que viven en su propia burbuja, y que miran hacia otro lado cuando se reclama equidad y sentido común. El mismo sentido común que quizás les faltó a los dirigentes de algunos clubes medianos cuando decidieron endeudar el sentimiento de una afición.

Derechos de imagen, comisiones, agentes, fondos de inversiones, jeques, multimillonarios… conceptos sin los cuales no podría entenderse –ni sería sostenible- el fútbol moderno, el negocio del fútbol moderno.

José Antonio Vega.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*