Diecisiete semanas. Parece mucho. No lo es. Hablamos del treinta y tres por ciento del año. Digo más: en las dieciséis primeras solo cuentan jueves, domingo y lunes; en la decimoséptima, solo domingo. Son cuarenta y nueve días. Eso es lo que dura una temporada regular en la NFL. Cuarenta y nueve de trescientos sesenta y cinco, poco más de una décima parte.
Cuarenta y nueve días de pura intensidad. De lucha, pelea. De jugarte en cada uno de ellos lo que sucederá durante el resto del año. Han pasado treinta y nueve. Ya no parece tanto, ¿eh?
En los últimos tres días, los dos líderes de cada conferencia, los que nunca habían caído de la peana más alta, ya no son líderes. Eso significa… significa que estaba todo realmente apretado. Lo estaba, y lo está.
New England deja por primera vez el primer puesto. Y resulta que ahora no valen para nada. Que están acabados, y que deberían retirarse todos. Los segundos de la AFC. Lo que hay que oír. Baltimore, arriba del todo, son ahora los máximos candidatos. Qué cosas, los primeros siendo favoritos.
Texans, Chiefs, Bills y Steelers, en ese orden, siguen agazapados. Y sorprendiendo. Unos más que otros. Pero jamás descartes a alguien en un deporte donde, su eliminatoria, es a un único partido.
Por el otro lado, San Francisco, otro tótem que aún no se había bajado de lo más alto, cae a la quinta posición. De liderar durante doce semanas a perder el factor campo y verte obligado a jugar una eliminatoria más. Lo dicho, un día de esos cuarenta y nueve condiciona el resto del año.
New Orleans, a los que casi no se les tiene en cuenta, están ahí, primeros en la NFC. Por delante de Seahawks, de Packers y de Cowboys. Cuatro puestos sobre 49ers, y cinco sobre Vikings.
¿Qué es más volátil, la clasificación o la opinión pública? Los favoritos, ahora son otros. Los líderes, ahora son otros. Los acabados, ahora son otros. Y en solo tres días. No quiero imaginar la de vueltas que dará todo en los otros diez que quedan…
Foto: RRSS NFL