Malta y Rumanía salpican varios capítulos de la historia de la selección española. Rumanía es un rival de viejas batallas. En la década de los setenta y ochenta, España y Rumanía fueron compañeros de viaje de forma consecutiva camino de la Eurocopa de 1976, resuelta finalmente con el penalti de Antonin Panenka batiendo a Seep Maier, y el Mundial de Argentina 78, al que retornó España tras dos ediciones de ausencia, con el gol de Rubén Cano en Belgrado en el día que una botella abrió la cabeza del inolvidable Juan Gómez «Juanito».
Ya en los años ochenta, España coincidió de nuevo con Rumanía camino de la Eurocopa del 88. El partido disputado en Bucarest, en abril del ’87, fue de los más duros que se recuerdan. Camacho acabó jugando con una venda y la cabeza ensangrentada por una patada de Marius Lacatus, al que veríamos triunfar en Oviedo años después.
Andoni Goicoetxea también acabó lesionado. Que dos de los defensas más duros de la historia del fútbol español acabasen lastimados fue buena prueba de lo que supuso aquella derrota de los de Miguel Muñoz en Bucarest.
Malta quedó grabada a fuego para siempre en el imaginario hispano el 21 de diciembre de 1983. El histórico 12-1 condujo a España contra todo pronóstico a la Europa de Francia 84. Después, el destino cruzó de nuevo los caminos de ambas en la clasificación para Italia 90. El partido, disputado en Sevilla, se jugó en marzo del 1989, coincidiendo con el Jueves Santo. Por ese motivo se jugó de nuevo en el Villamarín como seis años antes, pero esta vez a las 12:00 de la mañana. También coincidió con el cumpleaños de Míchel, y el centrocampista del Real Madrid lo celebró con dos goles.
El partido entre España y Rumanía que cierra la fase de clasificación para la Eurocopa 2020 llega acompañado de las dudas sobre la figura de Robert Moreno. Me parece extraño que se dude de un seleccionador que llegó en una circunstancia difícil y complicada, y que está resolviendo con nota las dudas.
Robert Moreno está llamando a todo el talento del que dispone el fútbol español, y ahora llega lo más difícil: armar un grupo.
España tiene que afrontar definitivamente el cambio generacional después de un ciclo ganador que ya se pierde en el tiempo. Hay varios jugadores que actúan de pegamento como son los Albiol, Sergio Ramos, Busquets, Jordi Alba o Santi Cazorla, pero el reto es armar una selección nueva y competitiva.
Robert Moreno está llamando a todo el talento del que dispone el fútbol español, y ahora llega lo más difícil: armar un grupo. Los jugadores transmiten que hay confianza en el seleccionador. Eso es fundamental. La España campeona de 2008, base posterior de los éxitos de 2010 y 2012, nació de la unión interna. Las derrotas en Irlanda del Norte y Suecia dejaron muy complicada la clasificación nada más comenzar en la clasificación para Austria y Suiza.
Luis Aragonés prescindió para siempre de Cañizares, Míchel Salgado y sobre todo, de Raúl. La polémica fue tremenda. Y de aquellos días tan complicados nació un grupo que creyó en la figura de Luis como conductor. Entre todos armaron la mejor selección española de su historia.
No estoy comparando a Robert Moreno con Luis Aragonés, ni mucho menos, pero no parece razonable dudar ahora del seleccionador. Está muy preparado, los resultados acompañan y está llevando con mucha normalidad un proceso y un reto muy complicado. El tiempo dará y quitará razones.