Mientras en el tenis masculino los veteranos privan de opciones a las nuevas hornadas, en el tenis femenino la precocidad sigue de moda. Si el pasado año fue Osaka, este curso ha sido el turno para Bianca Andreescu, que logró el título en la que era su primera participación en el US Open. Empezó el año fuera del Top 150 y ahora se encuentra entre las diez mejores del mundo. Una explosión fulgurante de una jugadora que de joven despuntó en la Orange Bowl ante tenistas de avanzada edad.
ANDREESCU Y BENCIC YA SON PRESENTE
Ahora, tras ajustar su mentalidad,la canadiense de ascendencia rumana es otra tenista. En los últimos meses gana todo lo que juega. Las lesiones son su único impedimento, pero no parece preocupada. “Aspiro a ser como Serena Williams, si se puede mejor”, pronunció tras conquistar el trofeo. Unas palabras que muestran la ambición de Andreescu, que apenas ha ganado su primer major y ya aspira a ser la mujer que más sume cuando anuncie su retirada.
La historia de la canadiense es una de las muchas que dejó un US Open plagado de incertidumbre. Si de jóvenes va el asunto, Bencic ha exhibido suficiente tenis en Nueva York como para postularse candidata a lo que está por llegar. Porque otra vez es la misma tenista que asombró con su emersión en el circuito. Las lesiones lastraron su progresión y la hundieron en el ranking. Pero la constancia lo es todo en el tenis. Y del puesto 300 al Top 10 hay un paso. La suiza, agresiva y valiente, ganó sin parar hasta toparse con Andreescu en la penúltima ronda.
GAUFF, EL RELEVO DE SERENA
Aunque las verdaderas consecuencias del hambre de la juventud la tiene la incombustible Serena Williams, que sigue a un solo título de alcanzar los 24 Grand Slam de Margaret Court. Primero fue Osaka, y ahora Andreescu. Lo curioso es que la estadounidense ha perdido sus últimas cuatro finales de Grand Slam y eso es mucho decir. Desde que fuera madre no ha conseguido hacer lo que un día pareció que nunca dejaría de hacer: ganar. La menor de las Williams se mantiene como una de las mejores del circuito, sostiene la potencia en sus golpes, pero ya no es inmortal. La lentitud pasa factura, el golpeo llega tarde y su ‘drive’ no amenaza como antaño.
Quizás un día Cori Gauff tome su relevo y Estados Unidos vuelva a contar con una gran dominadora en el circuito. El futuro es incierto, pero lo de esta joven de 15 años es inexplicable. Lo de Wimbledon no fue mera casualidad, y lo refrendó con una tercera ronda en Nueva York. La edad a veces no importa aunque influya. Gauff sueña y sus lágrimas ante Osaka lo dejan claro. La derrota duele aunque sepas que te quedan más años de carrera que los que has vivido.
Osaka la consoló, aunque nadie acudió al rescate de la asiática cuando con su derrota cedió el número uno del mundo. Barty, que también se fue apeada antes de lo previsto, es ahora la que ha tomado el trono de la WTA. Un baile en la clasificación que refleja la igualdad que impera en el circuito y la dificultad que entraña batir a siete rivales durante dos largas semanas para levantar un trofeo.
Esa es la sensación que quieren experimentar Garbiñe Muguruza y Carla Suárez a corto plazo. La primera, campeona de dos Grand Slam, no estuvo presente en Nueva York por lesión. La canaria, tuvo que abandonar (multa incluida) por problemas físicos y no jugará en lo que resta de 2019. Sólo Bolsova superó una ronda antes de que España se quedara sin representación femenina, mientras Nadal arrollaba rivales hasta sumar su 19º major.
La WTA y la ATP, dos mundos. La sorpresa y la incertidumbre de un circuito, y la previsibilidad de otro en el que tres tenistas se han repartido los títulos desde hace 15 años. Uno para disfrutar de la veteranía y otro del joven talento, del descaro de un puñado de jóvenes que en el US Open volvieron a evidenciar que Serena ya no es ni mucho menos invencible y que con esfuerzo y constancia el premio llega.