Lecrerc
Motor Opinión

Leclerc, el mesías

De sobras es sabido que Ferrari es el único equipo en la F1 cuyos seguidores se parecen más a los hinchas de un club de fútbol que a lo que cabría esperar de los simpatizantes de una escudería automovilística, un mundo relativamente más aséptico en ese sentido.

Por ello, cada posible resurgimiento de Ferrari es analizado y ansiado hasta el extremo, con muchísima diferencia con respecto a McLaren o Williams. Venden mucho más los fénix ferraristas que los provenientes de los otros equipos considerados clásicos. Pero bueno, es como decir que el agua moja.

Estamos, en efecto, ante un nuevo posible renacimiento de la marca italiana en el gran circo, cuyo final se vislumbra de dos maneras: Leclerc se alza a partir de 2020 con el liderato del equipo y lo lleva a una hercúlea victoria contra Mercedes, o bien se hunde ante la presión y no consigue los resultados esperados. Les reventaré el final: Ambas resoluciones serán exageraciones infladas por la prensa y los fanáticos. Pero esto no es nuevo.

Ante una travesía en el desierto que dura ya once años, Leclerc ha supuesto la botella de agua en el desierto y le ha puesto en una posición incomodísima. Un piloto al que nadie cuestiona su calidad, pero que tendrá un extra de presión demasiado grande por ostentar el asiento que tiene en la actualidad.

Leclerc ha hecho lo que ponía en su contrato con Ferrari y más. Un escudero con proyección de futuro, independientemente de si Vettel consigue algún año hacerse con el pentacampeonato.

A pesar de ganar la F2 en 2017 y cumplir en Alfa Romeo Sauber en su primer año, su condición de piloto salido de la Ferrari Driver Academy y estar en el equipo satélite encubierto del Cavallino Rampante crearon cierto escepticismo por parte de bastantes aficionados, ya que poco menos era unenchufado, frente a otros como Hulkenberg al que siempre le sobró talento pero le faltaron contactos.

Por supuesto, estaban los que decían que Leclerc tenía talento y ganas como para animar al equipo y apretarle las cuerdas a un Vettel cada vez más desmoralizado, ya que el alemán siempre ha pecado de sucumbir fácilmente a la presión y sólo ganar cuando la tormenta no está encima de él.

Ha sido a estos a quienes el monegasco ha dado no sólo la razón, sino superado sus expectativas. Ya en Barhein, el segundo gran premio de la temporada, consiguió la Pole Position, robándosela in extremis a Vettel y estando cerca de lograr su primera victoria.

Fantasmas del pasado

Fue el punto de no retorno. Quizás Leclerc tenía posibilidades de hacer como Daniel Ricciardo en 2014 e invertir el status quo en el equipo contra todo pronóstico. Fue en aquella edición cuando el australiano, recién llegado al equipo, fue capaz de vencer en numerosas ocasiones al coche que portaba el nº1 en el coche, llegando a quedar tercero en la clasificación general con tres victorias, mientras que un desmoralizado Vettel acabó de vacío aquel año, completamente abrumado ante el huracán Mercedes que sigue vigente. El alemán iría a parar a Ferrari en un ilusionante 2015 que hizo intuir un resurgir de Ferrari tras una infructuosa relación de un lustro con Fernando Alonso. ¿Les suena el patrón?

Tras cinco podios y dos victorias consecutivas en Spa y Monza, el primero un circuito propicio para Ferrari, y el segundo es considerada la “casa” de la marca italiana, donde para más ironía del destino, no ganaban desde 2010, con Alonso pilotando el vehículo triunfante.

A estas alturas Leclerc marcha cuarto y Vettel quinto, uno con tres triunfos y el otro con ninguno. Más fantasmas del pasado que esconden una realidad mucho más lógica y dolorosa.

Leclerc es un soplo de aire fresco por el simple hecho de ser un nuevo piloto con opciones a ganar un GP, pero como lo puede ser el propio Vettel o Ricciardo, pero quién se lleva los trofeos más ansiados a final de año es Mercedes y Lewis Hamilton. Por ello, mientras Mercedes siga dominando y Ferrari no dé a sus pilotos un vehículo igual de bueno o mejor, el soplo de aire fresco puede convertirse en la misma rutina que ver a Hamilton destrozando records o a Vettel dando vueltas por los circuitos como alma en pena.

Es cierto que el año pasado Ferrari cumplía el requisito de tener la mejor máquina, pero el líder del equipo tiró por la borda todo posible campeonato. Sin embargo los problemas de Vettel y cómo lidiar con la presión frente a un rival que muy pocas veces ha mostrado sus debilidades, merece un artículo aparte y un psicólogo caro.

El futuro

Tener el segundo mejor vehículo no le sirve al alemán, pero sí al monegasco, que tiene mucho menos que demostrar, y con sacarle partido al coche ha hecho sus deberes sobradamente. Si Ferrari le proporcionase el mejor vehículo, seguramente lo habría hecho aún mejor y alguna que otra victoria que se ha resbalado estaría en su vitrina en la actualidad. Pero de ahí a coronarlo como campeón hay un largo camino.

Leclerc tiene manos, pero aún le falta ese plus de experiencia y cómo enfrentarse mentalmente a una lucha por el campeonato mundial frente a un piloto tan temible que el único piloto que fue capaz de arrebatárselo decidió retirarse en lo más alto nada más ganar a sabiendas de que Hamilton volvería con más ganas de sangre y de hacerle la vida imposible.

Sí, Leclerc es ahora mismo la novedad, pero si quiere ser el Moisés que lleve a Ferrari a Israel, debe poner de su parte mediante la experiencia adquirida, terminar de empujar por el barranco a Vettel, algo que tampoco es tan sencillo como parece, y por parte del equipo dotarle de un coche realmente capaz de triunfar en todos los circuitos, y no sólo en los que se adecue exclusivamente a las características de éste. Si no, el trecho entre 1979 y 1999 puede incluso hasta quedarse pequeño, mientras Ferrari sigue esperando a su nuevo mesías.

Todo eso se demostrará a partir de 2020, mientras tanto seguirá en un punto de mira que por ahora no es negativo.

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