La final del último Grand Slam de la temporada prometía emociones fuertes. En un lado de la pista, Serena Williams tenía la oportunidad de sumar su título número 24 de Grand Slam en su carrera y seguir agrandando su leyenda. En el otro, Naomi Osaka disputaba su primera final de un grande con solo 20 años. Y el encuentro no defraudó.
En un duelo generacional digno del escenario, la jugadora japonesa logró imponerse frente a la pequeña de las Williams, que estuvo más pendiente del árbitro que de intentar encontrar soluciones ante el juego de su rival.
Con la pista central llena hasta la bandera, el partido comenzó con las dos jugadoras algo nerviosas. Tras salvar dos 0-30 con sus respectivos servicios, ambas conseguían mantener el saque para poner el 1-1 en el marcador, aunque la primera rotura no se hizo de rogar.
Serena Williams, poco eficaz al servicio, vio como Osaka aprovechaba la oportunidad para romperle el saque y consolidar el “break” a base de buen tenis, siguiendo con el desparpajo que había estado mostrando a lo largo de todo el torneo.
La japonesa se encontraba cada vez más cómoda sobre la pista y la pequeña de las Williams no podía reaccionar ante el recital de golpes de Osaka. Intentando ser más agresiva para poder hacerle daño a su rival, Serena cometía muchos errores no forzados (hasta 10 en los primeros 5 juegos) que permitían a Naomi apuntarse la primera manga por un claro 6 a 2.
Reacción e ira
Pero el segundo set empezó de forma muy distinta. La estadounidense salió a la pista como un tiro, dispuesta a darle la vuelta al marcador. Mostrándose más agresiva que en la primera manga, Serena consiguió llevar al límite a Osaka hasta romperle el servicio.
La pequeña de las Williams tomó la delantera por 3 juegos a 1, pero no pudo consolidar el break y a partir de ahí todo se esfumó. Cuando parecía que Serena había puesto velocidad de crucero y que Osaka tendría que mostrar su mejor versión para pararla, empezó la disputa entre la tenista local y Carlos Ramos, el juez de silla del encuentro.
Después de que la jugadora japonesa le devolviera el break y se apuntara el 3 a 2, Serena rompió una raqueta contra el suelo que provocó que Ramos le señalara un warning. La ex número uno del mundo, que ya tenía un aviso anterior por coaching, era penalizada con un punto y estallaba de ira ante el asombro del público asistente y de su rival.
Osaka remata con cabeza fría
Tras una larga charla entre el juez de silla y la veterana jugadora, el partido se reanudó, pero ya nada volvió a ser igual. Osaka, lejos de ponerse nerviosa o descentrarse, logró empatar el segundo set a 3 e, incluso, tomar la delantera rompiéndole el servicio a Serena, que parecía no dar por zanjado el asunto con el árbitro y volvía a discutir con él en el cambio de pista con 4-3 en el marcador.
Ramos, lejos de achantarse ante los abucheos del público local, sancionó a Serena con la penalización de un juego después de que ésta le llamara “ladrón” por “robarle un punto” y exigiera unas disculpas por parte del juez.
Los minutos pasaban y, tras el paso del árbitro principal por la pista, el partido se reanudó con la jugadora estadounidense totalmente descentrada y una Naomi Osaka que no se despistó y logró cerrar el partido con autoridad.
De este modo, la joven jugadora, a sus 20 años, se convierte en la primera japonesa en inaugurar su cuenta de Grand Slams en una puesta en escena digna de una jugadora ‘top’ que cerró con sabor agridulce tras el show de Serena Williams.