La noche del 11 de julio de 2010 coronó a España en la cima del panorama futbolístico mundial. Iker Casillas alzó el tesoro más preciado: la Copa del Mundo. Desde ese preciso instante, el reloj de arena que marca los tiempos del fútbol giró para dar comienzo a una nueva cuenta atrás: Brasil 2014. Un reloj de arena del que verá caer sus últimos granos un estadio en el que ya estuvo, y que, 64 años después, desea cerrar su herida más profunda, la que le propició la selección uruguaya con el famoso Maracanazo.
Nos desplazamos hasta Sao Paulo (Brasil) para conocer de la mano del periodista catalán Joaquim Piera cómo se están viviendo los meses previos al pitido inicial de tan esperado evento.
Cruzó el charco en el año 2003 para establecerse en un país considerado por aquel entonces como tercermundista, y del cual ha existido un “profundo desconocimiento” hasta que en el año 2008 se le etiquetase como nación emergente. Reconocido por su trabajo como corresponsal del Diario Sport, Joaquim no oculta su tristeza por el cierre de la revista Don Balón, en la que también puso su firma.
“La figura del experto en fútbol internacional está de moda en el periodismo español”, indica, queriendo expresar su crítica postura ante ello: “En realidad eres experto en resultados de fútbol Internacional, porque para ser experto en un equipo tienes que saber lo que pasa durante la semana. Si no, vamos a un periodismo de alineación y de resultados, que es lo que creo que está ocurriendo”.
“Lo que nos interesa en España del fútbol brasileño es qué jugadores van a salir, qué nuevas estrellas van a ser fichadas por los grandes de Europa. Hay un desconocimiento brutal que se alimenta desde el prejuicio puro y duro”, añade. Además, señala que, bajo su prisma, la culpa es de Brasil, porque “no es capaz de venderse”, y agrega: “Tienen un gravísimo problema de marketing internacional. La organización es pésima y los clubes no son capaces de cambiarlo. Sin ir más lejos, la Copa Libertadores pasa de forma clandestina en Europa, y cambiar los horarios sería un buen punto de partida”.
El fútbol como forma de vida
Lo que más llamó la atención de Piera al arribar en Brasil fue que todo el mundo es de un equipo, hasta “la figura de la profesora pesada de literatura portuguesa”. Hay ancianas de 80 años fanáticas de un equipo. “A mi abuela le importaba un pimiento el fútbol”, confiesa entre risas.
En Brasil hay clásicos más interesantes, con más rivalidad y con muchísima más calidad actualmente que en un Boca-River, asegura Joaquim: «Para mí, Neymar jugó con equipos más competitivos en Brasil que ahora en España, y el principal problema que ha tenido es el Tata Martino. Él necesitaba un míster de la escuela del Barça, alguien que le enseñase a jugar en el modelo blaugrana. El desborde individual ya lo tiene».
En la misma línea, el catalán insiste en que Neymar era un estudiante “de siete”, y que viene de una familia pobre pero estructurada. “Neymar no es el crack brasileño que lo apuesta todo en el fin de semana, es más de la escuela de Rivaldo; un chico al que le gusta entrenar y que nunca tuvo problemas con eso. Además, es muy humilde. El problema es que cuando acoges a un jugador con la mente abierta necesita consejos tácticos que ni el Tata ni su cuerpo técnico le han dado. Es Xavi el único que se los da. Hay una indefinición táctica, sin automatismos a lo largo de la temporada, que le ha perjudicado mucho”.
El país de la impunidad
Le preguntamos por la situación social por la que atraviesa el país que albergará la Copa del Mundo en tan solo unos meses, y por los 8 obreros que se dejaron la vida mientras construían los estadios. Su respuesta es clara: “La revolución social que ha hecho el gobierno de Lula ha cambiado la estructura de un país postcolonial, la nueva clase emergente no se conforma con lo que se conformaba antes. Y la sociedad brasileña no está preparada para eso. Es una sociedad fracturada y muy racista socialmente. En Brasil, o tienes condiciones sociales o eres un excluido. El brasileño cree que no sirve de nada manifestarse, pero el altavoz de la Copa Confederaciones hizo despertar al pueblo, cabreado porque afirma que el único legado del Mundial serán sus campos de fútbol, en lugar de otras infraestructuras. Eran conscientes de que era el único momento en el que todo el mundo miraba hacia allí”.
En cuanto a la siniestralidad laboral, Joaquim desvela que es “enorme” en el mundo de la construcción: “No tiene nada que ver con la construcción de los estadios, la sociedad lidia con centenares de muertos semanales en los barrios pobres. El problema es cuando muere alguien en un barrio rico. Es una sociedad muy injusta. No sabemos cuántos mueren mientras construyen rascacielos en Sao Paulo, ni cuántos lo hacen cortando cañas de azúcar; allí la vida de un pobre no vale nada. Ellos dicen que viven en el país de la impunidad».
La dictadura del Mundial
La cultura futbolística del país brasileño está fuertemente arraigada a la historia del Mundial. “En Brasil no saben quién es Kubala porque no hizo nada en el Mundial”, explica Joaquim. Tampoco conocen a Raúl, pero sí a Villa, por el que la prensa siente una gran admiración. De ahí que los jugadores que disputaron la final de la Copa Confederaciones ante España el pasado año saltaran al césped con el plus de mordiente que te da el saber que si pierdes “quedarás marcado de por vida”. “Salieron a muerte, jugaron por sus hijos, por la honra de sus familias”, opina Piera, justificando su pensamiento de que en Brasil “no se producirá un nuevo Maracanazo porque ya no hay factor sorpresa”. “Brasil puede caer antes, pero no en la final”, matiza.
Para junio, el técnico de la Canarinha lo tiene claro, comenta Joaquim. “Jugará con dos laterales ofensivos, dos centrales altos (David Luz y Thiago Silva), dos mediocentros absolutamente batalladores (uno de ellos con gran calidad como Paulinho) y luego contará con la magia de Neymar, con un ‘cazagoles’ como Fred, con una bestia como Hulk y con un tipo tan fino como Óscar, que aportará la frescura y el último pase. Es lo bueno del fútbol brasileño, que te ofrece toda la paleta de pinturas”, explica, insistiendo en que ningún crack brasileño “es una fotocopia del otro”. “Todos son irrepetibles: Sócrates, Zico, Garrincha, Ronaldo, Kaká, Ronaldinho, Neymar… el problema de los brasileños es la adaptación, que necesitan ser mimados, echan de menos el paternalismo característico de sus clubes», añade.
Por último, no nos resistimos a cuestionarle acerca de Diego Costa, cuya elección por la Roja podría crear cierto clima de hostilidad hacia los españoles. Joaquim asegura que el técnico de Brasil “nunca creyó en Diego”, y que la única pretensión que tenía era la de “hacerlo dudar y debilitar a un rival tan fuerte como España”.
One Comment