Hoy Luuk de Jong es un hombre feliz. Sus primeros meses en el Sevilla FC no han sido fáciles. El delantero neerlandés arribó el pasado verano en la capital andaluza con la etiqueta de killer, avalado por un poderoso promedio goleador en la Eredivisie, pero también con la presión de llenar el vacío que dejó en Nervión la marcha de Wissam Ben Yedder.
Desde el primer momento, De Jong ha contado con la plena confianza de Julen Lopetegui, quen había demandado un perfil idéntico al suyo para su esquema de juego. El espigado delantero es más valorado por lo que aporta al juego de su equipo que por su misión goleadora. Su envergadura y habilidad de espalda a la portería rival permite que sus compañeros puedan abrirse camino lanzando perpendiculares desde los costados o llegando desde la segunda línea. De ahí que hombres como Nolito, Oliver Torres o Lucas Ocampos hayan sumado varias dianas en este primer tramo de temporada.
Sin embargo, y muy a pesar de lo que diga el cuerpo técnico, el delantero vive del gol. Y si no marcas, la mente se cierra y las gradas murmuan. El Sevilla recibía el pasado domingo al Levante con De Jong en el punto de mira. Tras ocho jornadas de Liga, su bagaje goleador era de cero, y las clamorosas ocasioens que falló en el Camp Nou justo desataron una lluvia de críticas y desconfianza. Por suerte para él, tras la abultada derrota en Barcelona (4-0), el parón de selecciones le permitió cambiar de aires y dejar el debate en el tejado de Lopetegui.
Cuestión de confianza
Lo aprovechó. De Jong marcó con su selección y al fin rompió su sequía goleadora (al menos con Holanda). Alegría contenida, por lo tanto, para un jugador que había estado torturándose durante semanas. Pero en Sevilla la falta de gol seguía siendo la pregunta más recurrente de la prensa local. Tanto Monchi como Lopetegui salieron en defensa de su ariete. Le quitaron hierro al asunto y enfatizaron otras virtudes de su juego. «Es capaz de bajarla y darle continuidad al juego. No buscábamos un jugador que sólo fuera bueno en el juego aéreo. Eso lo está haciendo bien. Nos da esa salida que nos falta”, explicaba Monchi.
Lo cierto es que hasta la séptima jornada De Jong no había gozado de ocasiones tan claras como las que desperdició en Barcelona. Precisamente ese esfuerzo de retrasar su posición para bajar el cuero y ayudar en las transiciones le impide llegar a tiempo para rematar los numerosos centros que Jesús Navas y Sergio Reguilón envían dentro del área. No es un delantero veloz, y eso le castiga. En Barcelona llegó a esos centros, pero falló. Y gran parte de la prensa y del sevillismo opina que De Jong está lejos del nivel de los delanteros que ha tenido el equipo hispalense en los últimos tiempos (Kanouté, Luis Fabiano, Negredo, Gameiro, Bacca, Ben Yedder…). Esa losa siempre la llevará a cuesta.
Para muchos, el gol es cuestión de confianza. Tanto del propio delantero como de su entrenador. Y a todo este debate se le sumaba el hecho de que Chicharito Hernández había respondido con gol a los pocos minutos que Lopetegui le había permitido jugar hasta el momento. Y que Dabbur, atacante fichado por Caparrós el pasado mes de enero, estaba condenado a la grada a pesar de marcar los goles a pares cada vez que juega con Israel.
Parte de la prensa y del sevillismo opina que De Jong está lejos del nivel de los delanteros que ha tenido el equipo en los últimos tiempos
Todo el mundo se preguntaba en Sevilla si De Jong volvería a ser titular. La mayoría pensaba que después de haberlo defendido a capa y espada ante la opinión pública tenía que ponerlo en el once titular ante el Levante. Lo contrario sería señalarlo. Otros pensaban que optaría por la solución más sencilla: poner a Chicharito, contentar a la grada y evitar que el debate se centrase en él. Monchi dice que el míster pone a los jugadores que considera más apropiados en función de las características del rival. Lo cierto es que puso a Chicharito de inicio. Solo Julen sabe los motivos.
Cosas del fútbol, Chicharito tuvo ocasiones igual de claras que las que tuvo De Jong en Barcelona, y las falló. Tanto el mexicano como Nolito gozaron de varias ocasiones para perforar la meta de Aitor, pero ninguno lo consiguió. En la recta final, y en mitad de la desesperación, Lopetegui decidió dar entrada a Luuk de Jong, quien esta vez no desperdiciaría un envío lateral de Navas para rematar el balón al fondo de la red, anotar su primer gol con la camiseta sevillista y otorgar tres puntos vitales a su equipo y, esta vez sí, desatar su alegría. El gol seguirá dictando su futuro.