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Beisbol: cuando el narco no daña la pasión

El 17 de octubre pasado, cuando los integrantes del Cártel de Sinaloa se enteraron de que el ejército mexicano había capturado a Ovidio Guzmán López -hijo del narcotraficante Joaquín el Chapo Guzmán– decidieron sitiar la ciudad y montar una guerra de guerrillas. Ese día (dicen) Culiacán, la capital de estado, vivió el infierno en vida: balaceras por todos lados, coches y camionetas quemadas, hombres encapuchados tirando a matar, todas las salidas bloqueadas y enormes cadenas de humo se podía ver desde los lugares aledaños… Pero el beisbol no se detuvo.

Y en ese mismo sitio, dos días después, Tomateros, el equipo de beisbol de la ciudad, jugó ante los Sultanes de Monterrey con casi 80% de asistencia a su estadio, el mismo número de personas que siempre acudía al parque de pelota. ¿Qué tiene el beisbol que hace perder el miedo a todos en el Pacífico mexicano?, ¿qué clase de embrujo hay para que a la pelota se le respete?

El día del enfrentamiento entre miembros del Ejército y el Cártel de Sinaloa murieron 14 personas, incluidos cuatro civiles. Hubo 21 heridos.

“Tal vez no tengamos injerencia directa en las medidas de seguridad de nuestra región, pero todos los que son de aquí entienden que el beisbol es familiar, nunca hemos tenido un incidente de violencia o un evento que ponga en riesgo la integridad de las personas que van a nuestros parques”, comenta en entrevista con Olympo Deportivo Omar Canizales, presidente ejecutivo de la Liga Mexicana del Pacífico. 

“Al beisbol, como en cualquier otro espectáculo, acuden personalidades de todos los estratos y ámbitos, por lo que sería infantil decir que no van figuras del narcotráfico, pero no todas son caras conocidas y nadie se presentan como tal”, reflexiona el periodista y director del sitio Beisbol Puro, Roberto Espinoza, quien tiene una basta trayectoria cubriendo este deporte.

La Liga Mexicana del Pacífico (LMP) es uno de los dos torneos profesionales más importantes del país junto a la Liga Mexicana de Beisbol. Inicia en octubre, termina en el mes de enero y el campeón participa en la Serie del Caribe con los monarcas de Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico. En ocasiones también ven acción los de Cuba, Panamá y recientemente Colombia. Este año es el turno de los Tomateros, que en la final derrotaron a los Venados de Mazatlán, ambos de Sinaloa. Ambos equipos llenaron sus estadios.

Cada año, sin importar las estadísticas de violencia de la región, la LMP crece en asistencia, suma nuevos patrocinadores, tiene transmisión de todos sus equipos. Por ejemplo, el año pasado la liga vendió los derechos del naming a la empresa Grupo Caliente, la casa de apuestas más importante del país con el 50% del mercado.

Para entender por qué el beisbol tiene tanto impacto en el Pacífico hay que remontarnos a mediados del siglo XIX, por los años de 1850. Uno de los primeros registros documentados ocurrió en 1877 con el desembarco de los marinos estadounidenses del barco Montana, en Guaymas, Sonora donde jugaron un partido entre ellos. Desde ese entonces nació el amor.

Cifras que dan miedo

La LMP cuenta con 10 franquicias y tienen su sede en los estados de Jalisco, Sonora, Sinaloa, Nuevo León y Baja California, sitios calientes y donde operan cárteles de narcotráfico como el de Culiacán, Jalisco Nueva Generación, Tijuana Nueva Generación, Juárez y el de los Arellano Félix.

¿Qué tan inseguros son estos estados?, de acuerdo con el censo estadístico realizado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el 2019 se presentaron al menos unos 383,416 delitos como homicidios, lesiones, feminicidios, secuestro, abuso sexual, robo, violencia familiar, narcomenudeo. Es decir, un promedio de 44 delitos por hora.

“Yo podría decir que el estadio es un punto de reunión donde imperan los valores familiares y el seguir asistiendo a los juegos es promoverlos hacia afuera, además ayuda a nuestros jóvenes”, comenta Omar Canizales cuando se le pregunta de su deporte como parte de la reconstrucción del tejido social de la zona.

Las cifras de la LMP no se han visto afectadas por la violencia. Del 2009 a la fecha, la asistencia a los parques creció 120% de 1.4 a 3.1 millones de asistentes. Además, continúan las inversiones privadas y públicas en los estadios que superan los 1,500 millones de pesos y en una década todos han sufrido remodelaciones o construyeron nuevos.

Roberto Espinoza -quien ha cubierto más de 10 Series Mundiales- dice que el beisbol es un tema cultural. “Es un estilo de vida en el Pacífico, marca la agenda de las familias”. Según datos oficiales, el 95% de los aficionados a los deportes en Sinaloa tiene como su primera opción a la pelota caliente. 

“Siendo sincero, cuando se habla de beisbol, el tema de la violencia queda a un lado”

Roberto Espinoza, director de beisbolpuro.com

No es raro que cada inicio de temporada los aficionados en Culiacán estén hasta uno o dos días antes formados para conseguir boletos para el partido de estreno. Se quedan a dormir a las afueras del estadio, es una estampa regular. Y lo mismo ocurre en otras sedes de la LMP.

“Conozco aficionados que ahorran todo el año para apoyar a su equipo en el estadio y luego pagarse el viaje a la Serie del Caribe si salen campeones”, dice Roberto. Fidelidad absoluta. En promedio los parques superan el 75% de asistencia.

¿Cómo cuida la Liga del Pacífico a sus deportistas e instalaciones?

La respuesta, de acuerdo con una encuesta realizada por este medio a tres peloteros, es que muchos evitan zonas peligrosas y ya conocen los lugares más conflictivos, algo que refuerza Roberto Espinoza, “prácticamente el 85% de los jugadores profesionales mexicanos son nacidos en la zona del Pacífico, por lo que son ellos mismos los que conocen mejor que nadie las posibles zonas rojas que pudieran existir en alguna ciudad. Regularmente los peloteros extranjeros se cuidan más”.

Para Omar Canizales, la seguridad y la confianza que existe para la LMP y el beisbol profesional en la región está en que después de los acontecimientos en Culiacán, el estadio de los Tomateros tuvo casi un lleno total.

Es verdad. Para esa serie entre Tomateros y Sultanes acudieron más de 45,000 personas durante los tres días que se realizó, un 77% de asistencia cuando el promedio general de la temporada fue 77.2%. Es decir, fueron la misma cantidad de aficionados, a pesar de que en las noticias nacionales y en los diarios internacionales se hablaba del “terror” que se vivió. 

El narcotráfico y beisbol siempre han convivido en la región. Y también es sabido que muchos capos tienen a este deporte como uno de sus favoritos. Pero en los parques hay tregua.

A excepción de Esteban Loaiza, un expitcher mexicano que compitió por ser el mejor lanzador de Grandes Ligas hace unos años, ningún beisbolista ha estado involucrado directamente en temas de narcotráfico. Loaiza fue detenido con 20 kilos de cocaína, meses después encontrado culpable y ahora paga una pena en una prisión americana.

Una de las declaraciones más arriesgadas fue de Roberto Osuna, lanzador mexicano de los Astros de Houston, al diario The Star. “Para mí, él (Chapo Guzmán) es un héroe, ha ayudado a mucha gente, mucho más que el gobierno mexicano. La gente de donde vivo ama a ese tipo. Todos lo adoramos…”

La influencia del beisbol en el Norte y Pacífico del país está documentada, por ejemplo, en la cinta “Cómprame un revólver” -del director Julio Hernández Cordón- donde se relata la historia de un pueblo al norte del país donde ‘el trabajo’ de un hombre de familia y su hija es tener listo e impecable un campo de beisbol para narcotraficantes, quienes acuden unas dos o tres veces por semana para relajarse.

Roberto explica de una manera muy sencilla por qué específicamente este deporte ha podido evadir cualquier problemática de violencia en la zona. Además de que es un tema cultural , “el beisbolista es respetado… y cuidado”. 

La relación de los aficionados con el beisbol en el Pacífico también la podemos resumir en un dato: 3.1 millones de asistentes en sus parques en el último año.  En la Liga MX, la más popular del país, acudieron el último semestre 3.8 millones.

Hay un dicho muy mexicano que dice: “En mi casa y con mi gente… se me respeta”… Y al beisbol nadie lo toca.

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