Esa es la definición de “épica” para la RAE. También se refieren a la epopeya como “poema extenso que canta en estilo elevado las hazañas de un héroe o un hecho grandioso, y en lo que suele intervenir lo sobrenatural o maravilloso”. O sea, lo increíble, elevado y ensalzado. Lo imposible de ver, hecho realidad.
Hay pocas cosas en la vida que cumplan ese adjetivo. Que sean épicas. Y además, de forma recurrente. Todos los años. Sin falta. Sabéis ya de lo que hablo, ¿no? Sí. De los Playoffs de la NFL. De esa sonata que cada año nos deja tres o cuatro movimientos nuevos que jamás podremos olvidar.
¿Es que alguien que vio el llamado “Milagro de Minnesota” ahora no lo recuerda? O la interferencia de los Rams a los Saints. O la remontada de los Patriots a los Falcons. O el mítico “Phily Special”. Y así podría estar recordando durante párrafos y párrafos diferentes historias que, así es, se narran como epopeyas. Historias que tiñen de rojo envidia a los guionistas más locos del planeta Hollywood. Historias que, si no las hubiésemos visto, no creeríamos posibles.
Estamos de suerte. Aunque eso no sea sorpresa. Llevamos la mitad de los Playoffs y ya tenemos nuevas piezas para no olvidar. Hablo de la gesta de los Titans (quitándose a los vigentes campeones y después a los máximos favoritos), y de los incontables récords que Derrick Henry está consiguiendo. Hablo de la remontada de los Chiefs a los Texans (empezaron el segundo cuarto 21-0, lo terminaron 24-28). Hablo de la emoción del último cuarto entre Seahawks y Packers, o de los Vikings dominando a los Saints.
Cada año tenemos nuevo material. Cada año la historia es diferente. Las situaciones, los momentos. El hecho en sí cambia. Pero siempre con algo en común: lo recordamos como algo épico, como un “hecho grandioso donde interviene lo sobrenatural o maravilloso”. Como algo que nunca jamás olvidaremos. Como unos Playoffs de la NFL.
One Comment