Sergei Bubka
Reportajes

Sergei Bubka, un superdotado de la pértiga

Todo por el deporte, vivir por y para él, y hacer de él un instrumento para mejorar la situación de otros muchos. Eso es lo que define la vida y carrera de Sergei Bubka.

Este ucraniano, que empezó a saltar por recomendación de un vecino, llegó a lo más alto en su carrera como deportista, en todos los sentidos. A los 15 años se mudó a Donetsk con su entrenador, y cinco años más tarde, con una marca de salto de 5.70 metros, ganó en Helsinki el Mundial de Atletismo. Su magnífico resultado hizo que su nombre saltase a la fama.



Considerado como el mejor saltador de pértiga de la historia, Bubka tenía los ingredientes necesarios para alcanzar el éxito: un buen entrenador, constancia, perseverancia, ambición y unas cualidades físicas inmejorables que le convirtieron en un auténtico cohete. «Bubka no salta, vuela. Todos los demás saltamos, pero si quieres competir con él tienes que estar preparado para volar», comentó el pertiguista Dmitriy Markov. Y es que el saltador batía marcas de una forma sorprendente. También la inteligencia jugó un papel importante en su carrera. «Tienes que ser física y psicológicamente muy fuerte. En la pista tienes que ser un esprínter, un saltador y un gimnasta, tu cerebro tiene que trabajar todo el tiempo», explicó como parte de su éxito.

Su éxito no fue casualidad. Lejos de ello, en 1984 estableció por primera vez el récord mundial, y volvió a hacerlo dos veces más en apenas unas semanas, y hasta 35 veces más a lo largo de su carrera, casi todas ellas batiendo sus propios registros. Pero no todo fue un camino de rosas para Bubka, quien aún mantiene clavada la espinita de no haber podido participar -debido al boicot soviético- en los Juegos de 1984 celebrados en Los Ángeles.

No obstante, 1984 fue un buen año para el atleta. No solo logró sus primeros récords mundiales, sino que en lo personal se casó con la gimnasta Lilia Tutunik, con la que tiene dos hijos, uno de los cuales se dedica al tenis profesional. «Para mí, la familia es increíblemente importante. En mi familia todos estamos muy unidos. Nos entendemos, nos queremos y nos respetamos», confesó.

En 1988 se hizo con la medalla de oro en Seúl, y en 1994 una marca para la historia: 6.14 metros al aire libre (además de los 6.15 en pista cubierta logrados en 1993), una marca que ha permanecido imbatida hasta este mismo año, dos décadas después, cuando el francés Renaud Lavillenie logró los 6.15.

Como todo deportista, Bubka también se vio afectado por las lesiones. En los Europeos de Split de 1990, aún no recuperado de una anterior lesión, tuvo problemas para clasificarse, y en la final quedó sexto. Seis años más tarde, en Atlanta, no pudo competir por culpa de una lesión en el tendón de Aquiles.

En 2001 se retiró oficialmente con una ceremonia en Donetsk, en la reunión de las Pole Vault Stars.

Palmarés Sergei Bubka

Compromiso deportivo

Comprometido como pocos, las aspiraciones de Bubka siempre fueron más allá de lo puramente deportivo. Un año después de retirarse oficialmente se convirtió en miembro del Parlamento Ucraniano y del Gabinete de Ministros, como consejero del ministro de Juventud, Cultura y Deportes.

Antes, en 1996, ya había sido elegido miembro de la Comisión de Atletas, y tres años más tarde se convirtió en miembro de pleno derecho del Comité Olímpico Internacional.

Desde 2005 es presidente del Comité Olímpico Nacional de Ucrania, al que ha convertido en uno de los más progresistas. Además, ha formado parte de la International Association of Athletics Federations (IAAF).

Siempre se mostró activo y preocupado por mejorar a través del deporte: «El Comité Olímpico Nacional debe hacer más que seleccionar y enviar equipos a los JJ.OO. Ellos son los responsables de hacer los esfuerzos para educar a los jóvenes y ayudarlos a que se involucren en el deporte y en estilos de vida saludables. Para hacer eso necesitamos trabajar juntos globalmente, porque de lo contrario correremos el riesgo de perder a la generación más joven».

Bubka también fue embajador de la UNESCO y de la Organización Mundial de la Salud, para luchar contra la tuberculosis y apoyar a los niños víctimas del desastre de Chernóbil. Asimismo, recibió varios premios y galardones, entre los que se encuentran el de Campeón del Deporte de la UNESCO, el Laureus Lifetime Achievement y el Príncipe de Asturias.

El ucraniano tocó el cielo con sus logros, saboreó las mieles del éxito y sufrió las derrotas y lesiones, pero lo más importante es que supo aprovechar su fama e influencia para hacerse escuchar, para mejorar las condiciones de los menos favorecidos y para transmitir conciencia y compromiso por los jóvenes. Sin duda, un ejemplo dentro y fuera de la pista.

Rocío Bonachera Escribano

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