Sevilla campeón
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La Giralda presume orgullosa

Reza el himno de El Arrebato que este equipo nunca se rinde, y que la Giralda, símbolo de su ciudad, presume orgullosa de ver al Sevilla FC en el Sánchez-Pizjuán. Lo cierto es que desde que sonase por primera vez aquel -ya legendario- himno, el equipo de Nervión no ha dejado de dar motivos para que la Giralda, su afición y toda España presuman de ellos.

Sevilla campeón
Bacca celebra un tanto en Varsovia. | Foto: UEFA.

La noche del pasado miércoles, en Varsovia, el conjunto hispalense perpetuó su escudo en la historia del fútbol mundial al levantar su cuarta Europa League -anteriormente denominada Copa de la UEFA-. Ningún club tiene tantas como el Sevilla. Y es que con el triunfo de ayer, ante el Dnipro, el cuadro rojiblanco deja atrás a tres colosos del balompié, como son Liverpool, Juventus e Inter de Milán.

Lo consiguió con mucho sufrimiento, ante un rival que dio más guerra de la que todos esperaban.  El desconocido Dnipro demostró que su presencia en la final no era casual, y puso contra las cuerdas a todo un campeón de Europa durante varias fases del choque.  Los que conocen a este equipo, lo avisaron.

Un hecho que al Sevilla -que respetó a su rival en todo momento- no le pilló desprevenido, pese a que las cosas comenzaron torcidas con el tempranero gol de Kalinic en el minuto 9. Los de Emery supieron reaccionar como auténticos campeones, y regalaron a los amantes de este deporte uno de los 20 minutos más brillantes que se recuerdan en la historia de las finales europeas. Presión, robos, juego de tiralíneas y dos goles como dos soles. En tan solo dos minutos, Krychowiak -que jugaba en casa- y Carlos Bacca -que recibió un magistral pase al hueco de Reyes- pusieron las cosas en su sitio; cuando justo se había alcanzado el minuto 30 de juego.

A raíz del 1-2, y cuando más hundido parecía el equipo ucraniano, el Sevilla acusó el esfuerzo y bajó el ritmo, cometiendo errores en la salida de balón que desembocaron en la falta que originó el empate de Rotan, que clavó su golpeo al borde del descanso.

El empate sentó como un auténtico jarro de agua fría, tanto a los jugadores como a los cerca de 8.000 sevillistas desplazados hasta la capital polaca. Llegó el descanso, ese momento en el que más determinante puede llegar a ser la sabiduría de un catedrático del fútbol como Unai Emery. El técnico vasco le pidió a sus pupilos tranquilidad, y que lucharan por cada balón como si fuera el último.

Por su parte, el míster del Dnipro, Markevych, ordenó a los suyos adelantar sus líneas de presión, tras comprobar que era la única forma de no encomendarse exclusivamente a los dioses. Aquello forzó al cuadro andaluz a sortear el cuero por alto, en detrimento del juego entrelazado y al piso que tan buen resultado le había dado.

Ante la complejidad de la situación, Emery decidió dar entrada a Coke, con la intención de atar al extremo rival. El sacrificado fue Reyes, cuyo lugar lo ocuparía Aleix Vidal. Por lo demás, Krychowiak seguiría poniendo la garra y Banega, a la postre hombre de la final, la magia.

Entonces apareció nuevamente el héroe de esta final: Carlos Bacca, quien aprovechó un extraordinario pase de Vitolo para poner el definitivo 2-3 en el marcador. De nuevo apareció entre líneas, una vez más batió a Boyko, otra vez el Sevilla por delante.

Con 17 minutos aún por disputarse, el sufrimiento estaba asegurado. Los del Este de Europa echaron toda la carne que les quedaba en el asador, mientras que el Sevilla intentaba matar a la contra, ya con Gameiro sobre el césped. El susto de Matheus enmudeció por unos minutos a toda la grada. Una vez repuesto, la fiesta solo se produciría en un lado: el del tetracampeón.

El premio es más mayúsculo que nunca. Además de coronarse como el rey de la Europa League y de sellar su presencia en la Supercopa de Europa que se jugará el próximo mes de agosto en Tiblisi (Georgia), el cuadro de Nervión se lleva el suculento premio de jugar la próxima campaña en la Champions League, directo a la Fase de Grupos.

Sevilla desborda sonrisas, Sevilla es una fiesta. La Giralda está orgullosa.

José Antonio Vega.

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