Simeone
Opinión

Simeone, Vinicius y el Juego Bonito

Los méritos de Diego Pablo Simeone desde que llegó al banquillo del Atlético de Madrid son innegables. En 2011 recibió un equipo en descomposición y rápidamente lo transformó por completo. Ahí está el palmarés para disipar cualquier duda al respecto.

Sin embargo, el Cholo recibe casi desde el primer día una crítica constante. El Atleti juega “mal”, el estilo es “feo”, no saca todo el rendimiento que podría de los jugadores tan talentosos que tiene. Su fútbol es “poco atractivo” para el espectador, que prefiere las maneras vistosas de algunos oponentes.

A Simeone, para desesperación de críticos, rivales e incluso de algunos aficionados propios, estas protestas le entran por una oreja y le salen por otra. El esquema no varía: solidez defensiva extrema, renuncia al dominio de balón sin propósitos prácticos, contraataque y fiabilidad arriba. El resultado habitual es la victoria 1-0, aunque incluso con marcadores más abultados el público puede sentir que es el contrario quien domina.

Todo eso, con gente de calidad en la plantilla: Griezmann, Costa, Saúl, Koke y otros que pasaron por la antigua orilla del Manzanares como Arda o Diego. Con semejantes nombres, es inconcebible, para muchos, que los colchoneros no jueguen “mejor”.

Pero un breve análisis explica todo. Lo primero es que hablar del Juego Bonito™ como la única forma válida es una falacia. Mantener el balón, de por sí, no garantiza ni el éxito ni la diversión, como demostró la tediosa selección española que naufragó en Rusia. Hay que saber usarlo, y eso el cholismo lo tiene clarísimo.

También se tiende a criticar desde un punto de vista que, en rigor, no existe: el del aficionado imparcial que se aburre. No: el fútbol es competición. Aquí siempre se toma partido. Quien no es del Atleti anima a otro equipo; por tanto, es rival interesado en que el Atleti no gane, porque así, en su lugar, podría triunfar su propio club.

Además, el Atlético, si optara por maneras distintas, no daría la talla. Por muy buenos técnicamente que sean los futbolistas rojiblancos, siempre estarán detrás de los Balones de Oro del Real Madrid o el Barcelona. Los blancos, por ejemplo, pueden gastarse 45 millones en un chico como Vinicius, un malabarista que se foguea en Segunda B. Eso, para el Atlético y para cualquier otro, es un lujo impensable.

Simeone habla de la diferencia de presupuesto con los gigantes, y a muchos les suena a excusa, pero nadie ha logrado desmentirlo. E ir variando el planteamiento para luchar contra los otros 17 que son más débiles no parece la manera más sensata de que un equipo sea estable. Por eso el Atleti juega así, y lo seguirá haciendo. Ni falta que le hace cambiar.

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