Roger Federer se quedó este domingo a las puertas de hacer historia en el All England Club de Londres tras no ser capaz de ganar su saque cuando de disputaba el quinto set, a 5-4 abajo con Novak Djokovic. El suizo dio batalla en busca de un sueño: conseguir su octavo Wimbledon y romper el empate con Pete Sampras a siete, y ganar su decimoctavo Grand Slam. Fue el serbio el que se llevó la final del tercer grande del año (6(7)-7, 6-4, 7-6(4), 5-7 y 6-4), sumando así su segundo título en la hierba inglesa y arrebatando a Rafael Nadal el número 1 nueve meses después (7 de octubre de 2013), coronándose por tercera vez. Curiosamente la primera tuvo lugar en 2011 tras vencer en la final al manacorí.

Para Nole, lograr su séptimo ‘major’ de su carrera no fue nada sencillo. Tuvo que desplegar su mejor tenis para vencer a un Federer, que supo remontar tras verse contra las cuerdas en el cuarto set.  Eso sí, se sacó la espinita de su mala racha en finales de grand slam (de las últimas seis había perdido cinco), algo relacionado más con la mala suerte quizás que con la falta de juego, como se pudo ver el mes pasado en Roland Garros, donde no le salía nada en la final ante Nadal pese a intentarlo todo.

En el partido de Londres, el expreso de Basilea venció en la primera manga tras imponerse en el tie-break salvando incluso una bola de set, y, como suele ser costumbre en él últimamente, se dejó ir en el segundo set hasta dárselo al serbio. Habría que preguntarse de dónde vienen estas bajadas de concentración o si tiene que ver con un exceso de confianza cada vez que comienza los partidos ganando en el primero.

Siguiendo la estela y la confianza cogida en ese segundo set, el serbio se puso manos a la obra en el tercero para anotarse dicho parcial y poniéndose a solamente una manga de alzarse con el título. Pero el reloj suizo no bajó los brazos y se ancló al pasto inglés con todas sus fuerzas queriendo hacer historia. Salvó incluso una bola de partido y forzó el quinto y último set ante un Djokovic que acusaba el desgaste de las casi cuatro horas de juego.

Aunque este último set se vio más igualado y el público animaba al helvético a darlo todo, el guerrero de los Balcanes se impuso en su decimocuarta final de grand slam y tercera en Wimbledon.

Ambos deben estar contentos: Nole porque el tenis le ha hecho justicia y le ha devuelto a lo más alto, y Federer porque ha demostrado que con casi 33 años (el 8 de agosto) todavía es capaz de llegar a la final de un ‘major’ y plantar cara a un rival que es ahora el número 1 del momento.

Marta R.Peleteiro.